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Los Ritos del Pueblo: Celebraciones que Resucitan lo Antiguo

Los Ritos del Pueblo: Celebraciones que Resucitan lo Antiguo

Cerdeña, isla de profunda identidad e historia milenaria, custodia celosamente un patrimonio de ritos y celebraciones que trascienden la mera tradición folclórica para tocar las raíces más profundas de su pasado.
Estos eventos, a menudo percibidos como simples espectáculos, son en realidad verdaderos puentes hacia una época precristiana y mágica, expresiones vivientes de una espiritualidad ancestral que todavía hoy resuena en el corazón de los sardos. Como los «contus» transmitidos de generación en generación, estas celebraciones también ofrecen una «visión de un universo entero» que resiste al olvido, uniendo a la comunidad en una experiencia colectiva de memoria y renacimiento.

El Alma del Carnaval: Mamuthones, Máscaras de Madera y el Ritmo Arcaico del Renacimiento

Entre las manifestaciones más evocadoras y misteriosas de Cerdeña destaca el Carnaval de Mamoiada, un rito que hunde sus raíces en un pasado tan remoto que todavía hoy es objeto de estudio e interpretación.
Este carnaval no es una fiesta de disfraces como las demás, sino una representación arcaica que celebra el ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento, un diálogo entre el hombre y la naturaleza que se expresa a través de figuras enigmáticas y sonidos primordiales.

Los Orígenes y el Contraste de las Figuras

Los orígenes exactos de las máscaras de Mamoiada siguen siendo inciertos, envueltos en el tiempo.
Las teorías más acreditadas las vinculan a «ritos dionisíacos» o a «ritos de fertilidad agraria que marcan el paso de las estaciones», en particular el equinoccio de primavera, con el sacrificio de un animal.
Otras interpretaciones sugieren una conexión con cultos relacionados con el agua, la lluvia y el ganado, elementos vitales para la supervivencia de las comunidades pastoriles.

La representación gira en torno a dos figuras principales, en un contraste visual y sonoro que constituye el corazón del rito: los Mamuthones y los Issohadores.

  • Los Mamuthones: Estas figuras enigmáticas son el núcleo de la procesión.
    Su rostro está cubierto por
    sa visera, una máscara de madera negra con rasgos rígidos y casi inexpresivos, que les confiere un aura de distancia y misterio.
    Llevan un tocado,
    su bonette (gorro sardo), y están envueltos en pesadas pieles de oveja negra (sas peddes).
    Su elemento más característico es
    sa carriga, un pesado racimo de cencerros de bronce y hierro que puede llegar a pesar entre 25 y 30 kg, fijado en la espalda.
    Su andar es lento, cadencioso, y el movimiento rítmico del hombro provoca un sonido grave y ensordecedor de los cencerros.
    El etnólogo Raffaello Marchi definió esta caminata como una «procesión danzada», un movimiento que evoca antiguas creencias ligadas al ciclo de la vida y la muerte, un rito de purificación y fertilidad.
  • Los Issohadores: En marcado contraste con la figura austera de los Mamuthones, los Issohadores se mueven con agilidad y gracia.
    Su vestimenta es más elegante y colorida: un chaleco rojo, pantalones blancos, un tocado oscuro y una bufanda floral.
    Su función es «capturar» simbólicamente a las personas de la multitud con una cuerda,
    sa soha, un gesto que, según la tradición, trae buena fortuna y fertilidad.
    Los Issohadores representan el elemento más «humano» e interactivo del desfile, guiando y protegiendo a los Mamuthones.

El Ritmo y el Simbolismo

El ritmo de los cencerros de los Mamuthones es un elemento central.
Es un sonido hipnótico, ensordecedor, que parece despertar las fuerzas primordiales de la tierra. Este sonido, acompañado por el movimiento lento y casi doloroso de los Mamuthones, simboliza la lucha contra las fuerzas del mal, la purificación del suelo y el renacimiento de la naturaleza tras el letargo invernal.
Es un ritual que, en su sencillez, logra transmitir un poder ancestral, una experiencia que va más allá de la simple observación para tocar el alma más profunda de Cerdeña.

El Velo y la Espada: Sa Sartiglia, un Rito de Transformación entre Fe y Habilidad

En el corazón de la ciudad de Oristano, otro rito antiguo se renueva cada año con la misma intensidad y solemnidad: Sa Sartiglia.
Esta justa ecuestre, que se celebra el último domingo y martes de Carnaval, no es solo una exhibición de destreza, sino un rito de transformación y augurio que hunde sus raíces en la Edad Media y quizás en tiempos aún más antiguos.

Su Componidori: De Hombre a Semidiós

El núcleo de Sa Sartiglia es la figura de Su Componidori, el jefe de la carrera, un verdadero «señor de la justa».
Su «vestición» (
Sa Vestizione) es un largo e íntimo ritual que lo transforma de hombre en figura sagrada, casi un semidiós.
Este rito tiene lugar en un ambiente reservado, donde solo ciertas mujeres (las «Massaieddas») pueden asistirlo.
Se le cose en el rostro una máscara andrógina, sin expresión, que anula su identidad humana para elevarlo a un plano superior.
No podrá tocar el suelo hasta el final del rito, símbolo de su sacralidad.
Su Componidori es el mediador entre el mundo terrenal y el divino, aquel que debe garantizar la prosperidad de la comunidad a través de su actuación.

La Carrera a la Estrella: Augurio de Prosperidad

El momento culminante de Sa Sartiglia es la «Carrera a la Estrella», una antigua prueba de destreza y suerte.
Los jinetes, encabezados por
Su Componidori, deben intentar ensartar con la espada una estrella colgada de una cinta en la calle.
Cada estrella atravesada es un augurio de prosperidad y buena suerte para la cosecha y para la comunidad de Oristano.
La tensión, la velocidad de los caballos y la habilidad de los jinetes hacen de este momento uno de gran intensidad emocional y simbólica.

Sa Remada: La Bendición y el Renacimiento

La justa concluye con Sa Remada, el acto final y quizá el más significativo del ritual.
Su Componidori se tiende sobre el caballo en carrera, con la espalda hacia el suelo, y bendice a la multitud con Sa Pippia de Maju, un cetro formado por un ramo de violetas y vincas.
Este gesto no es solo una acrobacia ecuestre, sino un antiguo rito de bendición y buen augurio, que cierra el ciclo del Carnaval y abre las puertas a la primavera, a la fertilidad y al renacimiento.
Sa Pippia de Maju, con sus flores, simboliza la vida que renace tras el invierno, un mensaje de esperanza para toda la comunidad.

El Vínculo con lo Antiguo: Paganismo y Cristianismo

Tanto el Carnaval de Mamoiada como Sa Sartiglia muestran un fascinante sincretismo entre elementos paganos y cristianos.
Las máscaras zoomorfas y los ritos de fertilidad agraria de los Mamuthones son claramente precristianos, enraizados en antiguos cultos de la tierra y la naturaleza.
Del mismo modo, los orígenes de Sa Sartiglia, aunque de matriz medieval y caballeresca, presentan elementos que pueden remontarse a rituales de fertilidad y augurio mucho más antiguos.

Estas celebraciones demuestran cómo Cerdeña ha sabido preservar un profundo vínculo con sus orígenes, integrando nuevas creencias sin olvidar nunca las antiguas.
Son un recordatorio de que las tradiciones no son estáticas, sino dinámicas, en continua evolución, y sin embargo siempre fieles a un alma ancestral que sigue resonando.

Cerdeña que Baila con el Tiempo

Las celebraciones de los Mamuthones y Sa Sartiglia son mucho más que simples eventos folclóricos; son el corazón palpitante de una identidad que se regenera cada año, un puente entre el pasado y el presente.
A través del ritmo insistente de los cencerros y la majestuosidad de la justa ecuestre, Cerdeña nos invita a redescubrir el valor profundo de los ritos, las máscaras y los gestos antiguos.

Estos eventos son un «contu» viviente, un relato que la comunidad celebra y transmite, ofreciendo al mundo una ventana a una isla donde lo antiguo no desaparece, sino que renace en cada latido, en cada paso, en cada estrella atravesada.
En estas celebraciones, el pueblo sardo no solo recuerda, sino que revive su historia más profunda, manteniendo vivo un «universo entero» de «leyendas y tradiciones» que sigue encantando e inspirando.